Tú, tu problema, tu marido y la frejjca de la panadera

Ya empezabas a extrañarte tú cuando tu marido se empeñaba en ir a por el pan siempre. Ya podías estar muriendote de hambre que no te dejaba entrar ni a por unos tristes bollitos, de esos rancios que vende del día anterior la zorra por la que te dejó.

Era un domingo, mi marido no había dormido en casa, toda la noche "COMPRANDO EL PAN" o amasandolo, no lo tengo yo claro.

Al día siguiente, el cabestro se atrevió a entrar en mi humilde morada, olía a pan, mucho pan, y harina, mucha harina, se habían tirado en la triste panaderia.

+ Ermenesgildo, ¿qué horas son estas de llegar? ¿Qué te fuiste a por una triste barra de pan?

- Amor, no te preocupes, me han secuestrado, pero estoy bien.

+¿Y esa harina? ¿ya estamos, que tiene la Mari que no tenga yo? Claro dejame adivinarlo... PAN!

-No, es verdad, te lo juro Esperanzita mia!

__Entre sollozos__

+ Ya, ya seguro si me has llegado a decir por las noches que tienes la regla, que estas cansado del trabajo... y de todo... y yo aquí en esta casa de mierda aburrida mientras tu... con la Mari!

-Que no, perdoname, capullito de alhelí.

+ Vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa, mi corral y pega la vuelta!

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